En ese año se me presentó la oportunidad de ser comercial exclusivo en Portugal de una empresa de Barcelona, que ya vendía muy bien sus productos en España y buscaba abrir ese mercado.

El producto era muy comercial. La empresa seria y competente. El negocio se presentaba muy atractivo y con muchas posibilidades, mi olfato de vendedor me lo dejó bien claro desde el minuto cero. 

Sin embargo, los comienzos con esta nueva aventura fueron desastrosos.

Llegué a pensar que me había equivocado del todo cuando pasados varios meses no había vendido ni un solo euro.

¡0 €! cero patatero.

Estaba a punto de abandonar, hasta que un día cuando menos lo esperaba, todo cambió.

Era un miércoles de invierno soleado a mediodía en Faro, lo recuerdo perfectamente,  a esa hora tenía confirmada una reunión en el supermercado Auchan, el equivalente a Alcampo en España

Cuando crucé la puerta de la oficina me encontré de frente con el director, Aurelio, un granadino de mediana edad, ojos brillantes de pícaro bonachón y una sonrisa natural que me acogió al instante.

A los pocos segundos, era como si nos conociéramos de toda la vida.

Tras charlar sobre diferentes temas, cuáles amigos que hace tiempo que no se ven, hizo una pausa y me preguntó: 

“Entonces dime, Alejandro: ¿Qué te trae por aquí?”

Recuerdo que nos reímos, porque entre tanta conversación, casi se me olvidó el motivo de la reunión. 

Entonces le expliqué lo que vendía y las ventajas que suponía para los clientes.

“Joder, si es verdad lo que dices es muy interesante, esto se puede vender muy bien”

“¡Pues ya me dirás cómo, porque no veo la manera!” le respondí.

“A ver, cuéntame cómo lo haces” me dijo, entonces empecé a explicárselo.

Él tomaba notas de vez en cuando en una hoja de papel que tenía sobre su mesa.

Tras hacerme preguntas muy concretas y escuchar atentamente, permaneció un tiempo absorto y silencioso con la mirada perdida, como visualizando o analizando todo lo que le había contado.

“Vamos, que te voy a llevar a comer a un lugar, que te vas a chupar los dedos”, fue lo siguiente que dijo tras su última pausa.

Mientras comíamos, me dio una lección magistral de ventas.

La mejor que he recibido en mi vida.

Aunque lo hacía de una forma natural, amistosa y sin darle importancia, parecía una conversación normal sobre un tema común entre viejos amigos.

En aquel momento no fui consciente de lo que estaba pasando.

Sin embargo, gracias a esos consejos y a ponerlos en práctica, pasé de facturar 0 € a más de 500.000 € cada año, durante ese y los 3 años siguientes.

Lo que me enseñó Aurelio era tan básico y simple que cuando empezó a dar resultado, no pude más que pensar: “¡Por qué carajo no se me ocurrió antes a mí!”. 

A partir de entonces aplico este sistema en todos los negocios.

Según mi experiencia, cuando se hace bien funciona.

¡Ojo!, no digo que vayamos a implementarlo en tu empresa y vayas a incrementar esa cantidad de ingresos de forma automática.

Tampoco es una fórmula mágica para hacerse millonario en dos días o dos semanas.

Es un sistema que necesita trabajo previo y bien hecho para que de resultado.

Es la forma más simple y efectiva que conozco de mejorar las ventas de cualquier negocio y que además los clientes te lo agradezcan.

Son 2 consejos, solo 2 y una acción previa.

Funcionaron y funcionan y seguirán funcionando.

Si quieres saber cuáles son y cómo aplicarlas, te lo cuento todo en el e-book “El master de ventas de un granadino en un bar de currantes en Portugal” 

Lo recibes automáticamente cuando te registras en esta web.

En él te revelo cuáles fueron esos dos consejos y la acción previa imprescindible que funciona para todos los negocios..